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PIENSO, ¿LUEGO EXISTO? PUES PIÉNSALO DOS VECES.

Es el año de 1600 y cacho, sales de tu casa feliz de la vida y no sabes que hacer a pesar de que es una tarde de sábado. Aún no se inventa el internet, ni la tele, ni siquiera el papel de baño; así que decides ponerte a filosofar sobre la existencia.

Algo así es lo que debió pasarle a un chico llamado René Descartes quien dedicó gran parte de su tiempo libre a plantear una filosofía sobre cómo podemos estar seguros de una verdad absoluta, lo que llamó La duda metódica, una serie de niveles de incertidumbre que debemos plantearnos cada vez que un argumento es racionalmente dudoso, en busca de lo que él llamo La evidencia indudable, una hipótesis tan evidente que no requiere de demostración alguna. Fue así, que el joven Descartes, después de forjarse un porro medieval, nos plantea la siguiente cuestión locochona.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Compórtate René! Al menos trata de disimularlo un poco.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Así está mejor.

 

 

Nuestra percepción de la realidad es completamente subjetiva. Cosas que tomamos por sentado muchas veces resultan ser solamente una interpretación de nuestros sentidos. Descartes, al igual que algunos filósofos antes que él, se dio cuenta de que en realidad nunca podemos estar seguros de algo, ya que todo lo percibimos a través de nuestros sentidos, los cuales cruelmente suelen engañarnos.

 

 

Nuestro amigo René pasó muchas noches en vela preguntándose sobre la existencia de las cosas, e incluso sobre la suya propia. ¿Cómo es que puedo estar seguro de que las cosas que veo son en realidad como las veo, y no diferentes? ¿Cómo sé que yo mismo soy como pienso que soy, y no diferente? ¿Cómo sé siquiera que en verdad Soy?

 

 

Si cuando nos vamos a dormir y soñamos con algo, regularmente la ilusión del sueño nos atrapa y difícilmente podemos darnos cuenta que lo que estamos viviendo es completamente falso. Nada más que una aparente realidad que, por más extraña que parezca, nuestra mente toma como real. Cómo saber si mi realidad tal como yo la percibo no es más que otro sueño, el cual me es imposible distinguir de alguna otra realidad. Del mismo modo que mi “yo” de los sueños no es real, podría ser que mi “yo” estando despierto sea una completa fantasía en el sueño de alguien más.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

En la imagen, el Señor Botones podría estar subiendo o bajando las escaleras. Depende de la interpretación.

 

 

La duda metódica nos plantea tres niveles de duda:

 

  •  Los sentidos: Normalmente no podemos confiarnos de nuestros sentidos, los colores nunca son iguales para otra persona, el tamaño de los objetos depende de la posición del observador, el tiempo mismo es relativo, there is no spoon (no hay cuchara).

  •  El sueño: La imposibilidad de diferenciar la realidad de un sueño. Con la excepción de los sueños lúcidos que algunas personas experimentan a veces. Nunca nos damos cuenta que estamos soñando.

  •  El genio malvado: La hipótesis más debrayada de Descartes. Una metáfora que indica la existencia de un posible ser extremadamente poderoso, que distorsiona nuestra realidad, haciéndonos observar verdades que aunque para nosotros son obvias e irrefutables, estén alteradas y alejadas de la verdad absoluta. Si existiera, de todos modos, nos sería imposible demostrarlo.

 

 

Pero agárrense porque aquí llega la parte en que la virgen de Guadalupe le sopla en la cara a Descartes:

 

Después de tanto debraye, René llega a una conclusión que le parece tan simple y elegante que la utiliza como punto de partida para toda su filosofía, y de la cual deduce otras hipótesis. Él dice que a fin de cuentas el simple hecho de dudar de su existencia es una forma de demostrar que sí existe. Ya que para dudar de algo hay que pensar. Y si piensa es porque necesariamente existe un ser pensante. Algo que no existe no podría dudar de su propia existencia. De este modo puede estar seguro de una cosa al menos, él existe. La frase “Pienso, luego existo” refleja esta misma conclusión.

 

 

A menudo es mal interpretada esta frase, principalmente por que algún chistosillo la tradujo de una manera que puede llegar a confundir.

 

 

No es que tengas que pensar primero, antes de existir; o que debas pensar antes de actuar. Si no que la única prueba que tienes para asegurar que en verdad existes es el hecho de que estás dudándolo, estás pensando. De hecho la traducción más correcta sería “Pienso, por lo tanto existo”.

 

 

No podemos culpar a René por tantos debrayes. Seguramente tenía mucho tiempo libre en el siglo XVII. Espero que ahora todos aprendamos a apreciar más la siguiente imagen:

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Oh siglo XXI!

 

 

 

 

 

Referencias:

http://filosofia.laguia2000.com/

El gran diseño- Stephen Hawking

Total Philosophy: Why René Descartes said 'I think, therefore I am'

 

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